|

|
Nació en
Laguarta (Huesca) el 10 de mayo de 1776, de padres bien
acomodados y miembros de antiguas familias nobilísimas de la
montaña alto aragonesa.
Su genio belicoso y atlética complexión le inclinaron a la
carrera de las armas. En Octubre de 1793 ingresó caballero
cadete en el 2° batallón ligero Voluntarios de Aragón,
comenzando a distinguirse en la guerra de Convención,
obteniendo el ascenso de subteniente en Enero de 1795.
Participó en la campaña de Portugal (1801), terminada esta, fue
destinado junto a su compañía a la persecución de
malhechores, donde destacó. Destinado su batallón a guarnecer
las islas Baleares ascendió a 2° ayudante en abril de
1807.
Comenzada la guerra de Independencia, tuvo parte muy activa en
las gestiones de su batallón para regresar a la península y
ayudar a la defensa de Zaragoza. Consiguió
introducir al 2° batallón ligero Voluntarios de Aragón, en
la capital aragonesa rompiendo la línea francesa el 8 de agosto
de 1808, a tiempo de tomar parte activa y eficaz en los últimos
combates del primer sitio. El 14 de Agosto, junto a la división
valenciana de Saint-Marcq, persiguió a las tropas francesas al
mando de Lefébvre en su retirada hostigando su retaguardia.
Villacampa siempre en la guerrillas al frente de sus
voluntarios, fue ascendido a teniente coronel de infantería. En
la batalla de Tudela, tuvo desacuerdos sobre la dirección de
las operaciones con los generales Castaños y Palafox, regresando
a Zaragoza con este último general, obteniendo el 15 de
noviembre el mando del primer batallón de Voluntarios de
Huesca, con el cual hizo asombrosas hazañas en el segundo
sitio.
Siendo siempre el primero en las salidas, vigía en las
trincheras, en la defensa de los fuertes destacados, en las
brechas de la débil muralla, y por último, en la terrible
lucha de calles y casas. Pero donde más sobresalió, fue en la
defensa del convento de Santa Mónica, desde el 13 a 29 de enero
de 1809, en el que muertos casi todos los defensores, desplomado
y convertido en polvo y escombros el vetusto edificio, se vio en
la necesidad de abandonarlo, después de haber rechazado en un
solo día (el 27), ocho terribles asaltos.
Palafox le premió confiriéndole el cargo de brigadier, encomendándole
el mando del Arrabal de Altabás, y llegándole a llamar
afectivamente, el honor de Aragón.
Tras capitular Zaragoza el 21 de febrero, preguntó el
mariscal Lannes por el defensor de Santa Mónica, al saber que
estaba herido y enfermo, dispuso que le facilitasen cuidados y
medicinas, procurando atraerle al servicio de Francia.
Villacampa se negó. Enfermo, herido y prisionero logró fugarse
y llegar con grandes riesgos a presentarse al general Blake, de
quien el 2 de agosto recibió el encargo de organizar la
división de la izquierda del ejército de Aragón y Cataluña.
La Junta Central, premió sus servicios en la defensa de
Zaragoza, ascendiéndole a mariscal de campo en marzo de 1809.
Rápido en la organización de esa nueva división, reclutada en la
serranía de Teruel, Albarracín y Molinos. Y engrosada con
los oficiales y soldados procedentes de Zaragoza que lograban evadirse del cautiverio.
Siendo a finales de agosto,
cuando comenzaron sus operaciones en la sierra de Albarracín, atacando
a pequeños
destacamentos y puestos de comunicación.
Laval, quiere deshacerse de el, que desde la sierra de Albarracín amenaza las comunicaciones. Reúne fuerzas poderosas
en octubre. Sin embargo, logra escapar con su división
ayudado por la oscuridad de la noche. Del Tajo al Ebro, ya no
tienen las tropas imperiales punto donde puedan estar tranquilas.
A finales de febrero de 1810, decide Suchet marchar
sobre Valencia. Villacampa, avanza rápidamente sobre Teruel y
hubiera logrado apoderarse de esta guarnición, si el mariscal
francés no se
hubiera apresurado en levantar el sitio de Valencia. Pero esta
ventaja no dejó satisfecho al general español, tras hacer una
dura marcha, llega a Albentosa (Teruel) el 11 de marzo, en la
retaguardia imperial y cae como un rayo haciendo 260
prisioneros, arrebata dos cañones, recoge un importante botín y
hasta se apodera del equipaje del mariscal. Valencia salvada en
esta ocasión, quiso agradecer a Villacampa con un magnifico
sable de honor que el general usó durante toda su larga vida.
El 13 de mayo ataca una poderosa escolta que llevaba desde
Calatayud a Zaragoza un convoy de 400 caballerías, 31carros
cargados de grano y mantenimientos. La división española
apareció por las alturas de Sabiñán, donde aniquiló la escolta. Regresando a Calatayud con el convoy
apresado y haciendo fusilar al
corregidor afrancesado. Furiosos los imperiales, caen por todas
partes sobre su división. Pero sabe de los movimientos de estos y
emprende rápidamente la retirada a Cuenca. Los franceses le
apodaron como Villaescapa.
Repuesta la columna y sabedor del bloqueo de Tortosa por
Suchet, planea atacar la retaguardia de los sitiadores. El 6 de
septiembre destruye en Andorra (Teruel) un fuerte destacamento
francés, y se apodera del convoy compuesto por 900 cabezas de
ganado y una fuerte suma de dinero. Dos días después, ataca al
coronel Plicque en la sierra de Villaseca (Guadalajara),
arrebatándole otro abundante convoy de granos y ganado lanar.
Suchet, es puesto en grave aprieto de subsistencias y decide
acabar de una vez con su adversario.
Destaca al general Habert,
para en combinación con dos de sus oficiales rodearan y cayeran
con grandes fuerzas sobre la división aragonesa. Villacampa
vuelve a escapar y se refugia en sus guaridas de la sierra, para
caer en noviembre con 3.000 hombres sobre el coronel Klopistki
causándole bastantes bajas. Para después, retirarse a las inexpugnables
posiciones de Ojosnegros, donde terminó ese año tan fértil en
sus empresas.
En 1811 se forma el 2º Ejército, asignándole Aragón y
Valencia bajo el mando de Luis Bassecourt. En combinación con
el empecinado, ataca Checa (31 de enero) y el puente de Añón
sobre el Tajo (23 de marzo). Pero ya Suchet, comienza nuevamente la campaña sobre Valencia. Villacampa acude
con su división a la batalla de Murviedro (12 de octubre) y a la
desastrosa del Turia el 25.
Siendo vencido el ejército español, se retiró a Valencia donde
pronto caerá prisionero. Villacampa prevé esta fatalidad, y en
vez de encerrarse en la ciudad, salva a su división
encaminándose al Jucar y regresando a Aragón, donde volvemos a
verle en 1812. Retomó las
acciones junto al activo guerrillero Durán, en la línea de
suministro francesa Zaragoza-Madrid. La llegada del general
español dio al traste con los guardadores de la línea, que
sufrieron un duro castigo. Detenido por la cantidad de
prisioneros, resuelve conducirlos al castillo de Alicante,
atravesando la provincia de Cuenca. A pesar de los esfuerzos
franceses por rescatarlos.
Ya en territorio valenciano, emprende el general sus
operaciones, escarmentando a los imperiales el 13 y 14 de julio
en Domeño y Chelva.
La campaña en la península toma una nueva y favorable fase
decisiva, con la derrota de Marmont en los Arapiles. Andalucía y
Castilla-La Mancha, quedan desocupadas por los franceses que
procuran ganar rápidamente la zona fronteriza, y el litoral
valenciano donde domina Suchet.
La guarnición de Cuenca, unida a la recién llegada brigada de
Madrid, quieren unirse al mariscal francés. La división de Villacampa, después de varias jornadas de marchas forzadas,
consigue alcanzarlos el 25 de julio entre Utiel y Requena. Tras
un duro combate, los franceses perdieron 2 cañones y 120
prisioneros con todo su bagaje. El resto de la columna se
apresuró a retirarse. Esta acción le valió al general la cruz laureada de
San Fernando, de cuarta clase.
Suchet, impotente contra Villacampa, quiso ganarle por medio
de soborno y le escribió al efecto. Pero el general no se dejó
seducir.
El 5 de julio de 1813, el mariscal francés evacuó Valencia. La
división de Villacampa fue la primera que entró en la ciudad,
entre los vítores y aplausos de sus moradores. Después, asistió
en la acción de Cherta y al bloqueo de Tortosa, donde bajo los
muros de la plaza, arrebató a los sitiados todo el ganado que
tenían para su mantenimiento.
Incansable en aquella lucha tenaz, dio al enemigo más de 30
acciones de guerra , y si no fue vencedor en todas ellas,
jamás salió derrotado. Sus maravillosas retiradas y los ataques
imprevistos fueron el secreto de su táctica y la desesperación
de sus adversarios, causándoles grandes bajas. Apresó a los
imperiales 7 convoyes, 8 piezas de artillería y 9550 cabezas de
ganado. Examinó a gran número de generales acreditadísimos
que con todo su gran poder y esfuerzos, jamás pudieron vencerle.
Protector de los pueblos, en ellos siempre halló cordial
acogida, recursos abundantes, fidelidad, voluntarios para su
división y seguras noticias de los movimientos del enemigo. La
poesía popular llevó su nombre por toda la península. Por más
que le llamaran guerrillero, le molestaba tanto que en una
ocasión hasta puso comunicados en los periódicos rechazando
aquel dictado.
Llegó el reparto de recompensas tras el termino de la guerra.
Fue nombrado capitán general de Madrid. Ascendió la regencia del
reino a la jerarquía de teniente general el 21 de febrero de
1814. Pero la llegada a España del rey Fernando VII, fue para
Villacampa origen de injusta persecución, siendo detenido hasta
marzo de 1820 para ponerse al frente de la capitanía general de
Barcelona. Pero la prisión a la que se le sometió le produjo una
enfermedad en la vista, de la cual, no se recuperó nunca.
Fernando VII quiso poner fin a su cautiverio a cambio de que se
reconociese culpable de haber hablado públicamente sobre los
privilegios del trono. El general no quiso reconocer esta
acusación y expuso al soberano con firmeza su propia inocencia.
No es eso lo que yo quería dijo Fernando, siendo recluido
en 1815 al castillo de Montjuich durante 8 años.
Libre del cautiverio durante el trienio constitucional, fue
destinado a Cataluña como capitán general hasta febrero de 1822,
y de Granada hasta abril de 1823. Fue ayudante de campo de su
majestad y general en jefe del ejército de Andalucía. Siendo
entonces cuando Fernando VII quiso tentar su lealtad,
insinuándole que al frente de su ejército de su mando, renegase
de la espirante causa constitucional y proclamarse sus derechos
de rey absoluto. Pero Villacampa, con respetuosa seguridad, se
negó a todo pronunciamiento contra la constitución que él había
jurado.
El 7 de abril de 1823. Francia intervino militarmente en
España a solicitud de Fernando VII para apoyarlo frente a los
liberales y restablecer el absolutismo. El general, comprendió
que le aguardaban persecuciones no menos duras de las que había
padecido anteriormente. Buscó refugio en Gibraltar desde donde
pudo trasladarse a Malta, permaneciendo en esta isla hasta marzo
de 1828. Ansioso de volver a España se trasladó a Túnez, pobre,
enfermo y abatido. Allí paso los últimos cinco años de su triste
emigración, gracias a la generosidad del cónsul inglés.
La primera amnistía de Mª Cristina le abrió las puertas para
su regreso, donde llegó el 12 de febrero de 1833. Siendo
destinado a la plaza de Mahón y con escaso sueldo. A la muerte
del rey, le siguió la restauración constitucional. Reintegró a
Villacampa a los destinos de su alta jerarquía, en 1835 fue
nombrado capitán general de las Baleares, hasta febrero de 1839.
En 1843, desempeñó el mismo cargo en Valencia aunque por breve
tiempo, pues fue elegido senador por Huesca. Concurrió a las
legislaturas de 1843 y 1844, quedando de cuartel en Zaragoza y
siendo nombrado senador vitalicio en agosto de 1845. Desde
entonces y hasta su fallecimiento fue su persona reverenciada,
disfrutando en vida de la gloria y prestigio que rodeaba su
nombre. Era caballero Gran Cruz de San Fernando desde 1815 y de
San Hermenegildo desde 1835.
Tras la muerte de Palafox, le sucedió en la dirección del
cuerpo y cuartel de inválidos en marzo de 1847, y siendo el
primero y más antiguo de los tenientes generales españoles,
obtuvo de la reina Isabel II el último galardón. El de capitán
general del ejército el 19 de noviembre de 1852.
En el solitario ex-convento de Atocha, cuidando del bienestar de
los inválidos de la guerra, pasó los últimos años de su vejez.
Falleciendo el 27 de diciembre de 1854 a los 78 de edad.
*Biografía obtenida del libro
"Obelisco Histórico" del general de brigada
M.Salas. |
DISPONE DE
INFORMACIÓN COMPLETA SOBRE ESTE PERSONAJE EN EL LIBRO:
DON PEDRO VILLACAMPA MAZA LIZANA.
HÉROE SERRABLÉS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA.
POR: RAMÓN GUIRAO LARRAÑAGA. EDITORIAL
COMUNITER. ZARAGOZA, 2005.
|
|