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Nacida
en Plenas (Zaragoza), el día 16 de Junio de 1784.
Segunda de los cinco hijos habidos en el matrimonio formado por
Antonio y Maria, ambos naturales de la citada villa y labradores
de profesión.
Durante
el primer sitio, la joven Manuela colaboró en las tareas de
avituallamiento, no siendo hasta el segundo sitio, ante la feroz
ofensiva del ejército francés, cuando tomará las armas con
admirable resolución, participando en la defensa del convento
de San José. El comandante del mismo, Don Mariano Renovales
hombre, por cierto nada dado a los halagos ni a la exageración,
pone en conocimiento de Palafox el comportamiento de la
heroína en los términos siguientes:
“Recomiendo
con particularidad a Manuela Sancho que, tanto en el ataque del
día treinta y uno de
diciembre del año pasado, como en el de ayer sirvió de
artillería y mortero como pudiera haberlo hecho el mejor
artillero, conduciendo cartuchos para los unos, y piedras para
el otro; sin haberle notado la menor mutación a pesar de
haber caído algunos a su lado. Dio fuego a algunos cañones, y
lo hizo con fusil desde la trinchera como uno de tantos; y
pareciéndome una heroína, digna del distintivo que VE.Concedió
por las acciones de últimos del año pasado, por hallarse
comprendida en ellos y para que sirva de estímulo, he tenido a
bien hacerlo presente a VE.
"
S. José, tres de enero de 1809: Excelentísimo Señor D.
Mariano Renovales =
Excelentísimo Señor Capitán General de este ejército y
reino”
Con
fecha siete de enero de 1809, se publica en La Gaceta de
Zaragoza la
distinción con la que el general Palafox premia su valentía,
concediéndole el distintivo de la cinta encarnada y la pensión
de dos reales diarios.
Enardecida
por el reconocimiento y ante la escasez de hombres que pudieran
empuñar las armas la vemos en la encarnizada lucha de la calle
de Pabostre (hoy Manuela Sancho), junto a los Dragones de
Numancia. Cuando ya no hubo paredes ni ventanas en pie, cuando
no quedo ni un palmo de calle que defender, se replegó al
cercano Coso, donde fue herida de gravedad en el vientre.
Sepultada por montones de cadáveres, se la dio por muerta,
dudando, tras el rescate, que la joven Manuela pudiera superar
el terrible destrozo ocasionado por el impacto.
Tras
tres matrimonios, de los que no tuvo descendencia, y una vida
dedicada al recuerdo de las hazañas vividas, falleció Manuela
Sancho un siete de abril de 1863, cuando contaba setenta y nueve
años. El Ayuntamiento de Zaragoza, organizo un multitudinario
entierro, que puso de manifiesto la alta estima que sus
conciudadanos sentían por la última de las heroínas de
Zaragoza.
El
15 de junio de 1908, sus restos fueron trasladados desde el
cementerio de Torrero a la Cripta de la Capilla de la Anunciación,
en la iglesia de Ntra. Sra. Del Portillo. La acompañan Agustina
Zaragoza Doménech y Casta Álvarez Bravo.
Nuria
Marín.
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