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Sobre
el solar del antiguo
convento de los Agustinos Descalzos (esquina Avda. Madrid con
Pº María Agustín)
empezamos nuestro recorrido pues allí se conjuga el
doble principio de la guerra contra el francés en Zaragoza.
En efecto:
- Militarmente hablando, por allí, por
la Avda. de Madrid, donde empieza precisamente el camino
de Alagón, Tudela, Logroño... vinieron los franceses.
Tanto en el primer sitio como en el segundo, pues el
itinerario de acercamiento fue el mismo.
- Políticamente hablando, también
podemos contemplar desde el mismo punto, el lugar donde
empezó la sublevación de la ciudad. En efecto, a
nuestra derecha, el Castillo
de la Aljafería,
verdadera Bastilla zaragozana: el 24 de mayo de 1808 se
forzó su arsenal, y se ocuparon los 25.000 fusiles y 65
piezas de artillería que componían su parque.
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En el Castillo se encarceló
además, al depuesto Capitán General, D. Jorge Juan Guillelmi, junto a otros afrancesados. El General
DE LA SALA VALDES en su "Obelisco..."
defiende calurosamente la memoria de Guillelmi, al que
califica de excelente militar, disciplinado y de muy alta valía.
Protagonista de un momento histórico desafortunado, sólo por
imperdonable ligereza -dice- puede acusársele de afrancesado.
Y donde empezó todo, acabó
todo también. Por parte española, el 22 de febrero de 1809,
firmada ya la Capitulación: los combatientes que aún podían
sostenerse en pie (las epidemias y la miseria habían causado
estragos), debieron entregar sus armas en la explanada de la
Aljafería, ante tropa francesa formada.
También los invasores
escribieron allí su última página zaragozana: evacuada la
ciudad el día 9 de julio de 1813 (ante el inminente
cerco de Mina y Durán), quedó en el Castillo una guarnición
encargada de proteger el cuantioso depósito de guerra, a la
espera del regreso de Suchet desde Valencia con refuerzos.
Cercados y sin posibilidades de socorro -la suerte de las
armas de Napoleón en nuestra península estaba ya echada-
capitularon el 2 de agosto, humilladas sus bayonetas para
siempre (SORANDO MUZAS, L. El
Castillo de la Aljafería
durante la Guerra de la Independencia (1808-1814). Separata
conteniendo ampliaciones a la obra del mismo título publicada
en II Premio Los Sitios de Zaragoza. Col. privada).
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Posiblemente la fachada fuese así en 1808.
Foto realizada en 1859 por Mariano Júdez y Ortiz.
Colección. Mariano Martín.
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El Castillo de la Aljafería
tuvo dos usos, muy bien diferenciados: fortaleza durante los
combates, pasará luego a ser prisión de patriotas, y a la
postre (tras la definitiva reconquista de Zaragoza) prisión
de franceses. Cadáveres de unos y otros, muertos en muy
distintas fechas, por muy diferentes motivos y militando
-desde luego- en distintos bandos, han sido encontrados en las
recientes excavaciones habidas en su cripta. Placas
regimentales, botonadura, charreteras, etc. en buen estado de
conservación, han resultado de gran ayuda para el estudio
militar de las vicisitudes del Castillo.
En el Pº
de María Agustín,
heroína de los Sitios, que se distinguió especialmente en
los combates del 15 de junio, (a los que nos referiremos
inmediatamente) podemos ver aún la fachada trasera del cuartel
de caballería.
Antes de llamarse Cuartel del Cid (nombre que conservó hasta
finalizar su utilización castrense), se le llamó del
campo del Toro, suponemos que por tener su entrada
principal dando frente al coso taurino (la plaza de toros, más
que bicentenaria, fue también testigo de los Sitios). Sobre
los sucesivos intentos de ser escalados sus muros, y los
feroces combates cuerpo a cuerpo en corredores y escaleras,
Rudorff nos ofrece cruentos relatos (RUDORFF, R. Los Sitios
de Zaragoza 1808-1809: Guerra a muerte. Ed. Grijalbo,
Barcelona, 1977).
Sobre toda la explanada
comprendida entre la Avda. de Madrid y la Gran Vía, tuvo
lugar el día 15 de junio, el mismo día de la llegada de los
franceses ante Zaragoza, la llamada Batalla de las Eras, (véase
objetivo vigésimo segundo, Puerta del Carmen).
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